Ni más ni menos

sdr

No soy capaz de escribir diez versos seguidos y tampoco provoco el hábito para que suceda, me disperso con cualquier pensamiento y me inundo en la duda.

No hay palabra de consuelo para tanta desidia.

Los días vienen lentos y dejando cargo de conciencia porque siempre queda el «pude haberlo hecho mejor» ¿Y si hubiera estudiado más? ¿Y si fuera adicta a la lectura? ¿Y si me gustara la política? ¿Y si me sedujera Shakespeare? Y si, y si… ¿Y si no fuera yo? ¿Qué tal si no fuera yo?

Porque a mí, en realidad me da pereza leer, me aburre la política y no me gustaba estudiar. A sí que esas son preguntas tontas o incluso preguntas trampa que hace la mente para menguarme. Son las típicas preguntas que te hacen sentir culpable.

En este momento de mi vida me doy a la contemplación; contemplo la belleza de la naturaleza, las montañas y su relieve, los árboles sin hojas o con ellas, los ríos secos o rebosantes de agua tras las lluvias. Me dedico a alimentar y cuidar a cuatro gatos y una perra y a mirar a los pájaros que se posan en la higuera de eternos higos.

Me siento a observar el cielo, como mi padre, y en lugar de contar aviones cuento las nubes que lo atraviesan.

Vivo en un palacio, templo para mi corazón y no hay caballero mejor que aquel que cada mañana se despierta a mi lado con su nobleza y particular alegría.

Y cuando Inspiración quiera volver para ella y mis hijos tengo siempre los brazos abiertos.

Mientras es tiempo de recogimiento, de agradecer, de vibrar con nuevas energías; es el albor de los ángeles ni más ni menos.

 

 

 

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